8 ene 2010

AUSTRALIA II: las primeras carreteras

Una compañera de trabajo me regaló por el amigo secreto (o "invisible", como le llamen) hace unos años un libro: "Las Voces del Desierto", en el que Marlo Morgan cuenta su interesantísimo viaje al outback australiano, acompañada de aborígenes, animales y soledad. Casi me hago una idea de lo que debe ser. Pero deberé esperar a un siguiente viaje para probarlo. Esta vez el tiempo es más corto y me acoplo con entusiasmo a lo que en realidad puedo disfrutar.

Llegué ayer por la madrugada y he tenido un día para acoplarme un poco al horario, pero a las 02:30 am me despierto sobre un colchón que se ha desinflado, aún estoy como una moto, seguramente por el jetlag y no me duermo, así que me entra un ataque de vigorexia y me levanto a hacer ejercicio, ¿tú te crees?. Me da por hacer cualquier cosa para dormirme, pero K, que ya había hecho su visita nocturna al baño, sigue viendo la luz encendida por debajo de la puerta y también se levanta. Aprovechamos entonces para salir a dar una carrera a las 04:00 am, aún de noche (a ella le va el jogging y yo digo: "¡pues ¿por qué no?!). B, su pareja ya no viene; parece que a varios les cambia la vida en el 2009... Después de la carrera, la ducha, un café, cereales con plátano y los mangos queda uno como nuevo. ¿Recordáis aquel segundo post de este blog en el que comentaba lo valiente y emprendedor que se vuelve uno cuando está fuera de casa? Pues eso.

Y a las 06:00 —menos cinco— estamos ya en el coche con todo cargado y cruzando Brisbane...

K y yo preparamos el itinerario ayer, que es más o menos:

Bajando por el interior:
- Brisbane (Queensland)
- Moree (New South Wales)
- Forbes (NSW)
- Narradera (NSW)
- Echuca (Victoria)
- Goroke (Victoria, junto a la frontera con South Australia)

Y vuelta arriba por otra vía, la de la costa:
- Sydney (NSW)
- Port Macquarie (NSW)
- Byron Bay (NSW)
- Surfers Paradise (NSW)
- Brisbane (QLD)
- Sunshine Coast (QLD)

Pero la realidad de la carretera y los horarios nos hizo cambiar la ruta y el plan, que irá apareciendo en los siguientes posts. Así que empieza la aventura de cambiar ruta y a mitad de camino decidimos volver a la costa en vez de seguir a Goroke, pues tuvimos un margen de error de un día a nuestro favor en la planificación.

El camino es largo y nos da para ponernos al día de nuestras vidas, amigos, parejas, familia, costumbres, recordando cosas y riéndonos. ¡Si es que hace años que no nos vemos y ahora llevamos vidas totalmente diferentes! Paramos a comer en Moree, como estaba planeado. Poco que ver y mejor así, que aún nos queda un largo trecho de carretera. Nos turnamos al volante y ¡dios bendito, esta gente conduce al revés! Pero uno, que se adapta con facilidad le echa pecho y se pone tras el volante con la palanca en la mano izquierda, los pedales tal y como los conozco y la palanquita de luces de indicación al lado contrario, todo lo cual me hace la picha un lío y que cada vez que quiero indicar que giro, activo el limpiaparabrisas... Nos sentimos más tranquilos haciéndonos con un GPS que compramos en Coonabarabran, que resulta que a veces nos ayuda y otras nos la lía.

En la carretera hay un montón de canguros muertos, alguno vivo, pero a esa hora no suelen salir. Muchísimos carteles avisando del peligro de su inesperada aparición, que hay que tener cuidado porque sobretodo al amanecer y al anochecer se atraviesan en la carretera, la gente los atropella y pueden liarte bastante el día, si con suerte sales bien parao. K me explica que el canguro es un animal salvaje al fin y al cabo y uno no se para en la carretera a acariciarlo y darle de comer, que si es un adulto te arrea un par de patadas que te dejan tieso. En fin hay que tener cuidado. Lo demás, cockatoos, vacas, ovejas, pericos y muchos pájaros exóticos revoloteando y picoteando semillas en el arcén ¡y hasta una pareja de emus caminando a lo largo de la carretera, como Pedro por su casa! Son enormes esas aves; no sabía que podían ser tan altas (más que el coche).

Empieza a anochecer y seguimos por carreteras del interior. Estamos en reserva de combusitble y llegamos a repostar por los pelos pero sin grandes preocupaciones. Se ve a lo lejos una tormenta que da al cielo unos colores y un efecto impresionantes y seguimos nuestra carretera después de repostar y tomar una foto al inminente tormentón. Reanudamos la ruta y resulta que nos dirigimos a ella, a la mismísima tormenta (...). Por un momento pensé, en un ataque tremendista: "oh, cielos, ¡acabo de fotografiar a la bestia que me comerá!"... Pero a eso, entre otras cosas, veníamos, ¿no? Y el caso es que en nuestro primer día ya llevamos 990 km, no hemos llegado aún y tan contentos. ¡Me encanta! No me imagino lo que será la carretera de la costa planificada para la semana que viene, parando por las playas... ¡No aguanto las ganas!

Se nos hizo completamente de noche y ya llevamos 15 horas conduciendo, que a pesar del buen humor que conservamos, hacen que el sueño me venza finalmente tras una semana de dormir muy poco. A las 20:00 han cerrado todos los campings, pero afortunadamente nos esperan en un backpackers que encontramos por teléfono con camas libres: el Melaleuca Backpackers de Port Stephens, cerca de Newcastle, así que allí vamos y pasaremos dos noches. Llegamos por la noche y conocemos a quien lo lleva; pillamos un dormitorio de 3 literas, pero en el nuestro solo hay una persona, M., una alemana muy maja.

El sitio es espectacular; unas cabañas de madera, elevadas sobre el suelo, todo entre vegetación, árboles, palmeras, agua, animales, junto a la playa One Mile Beach y unas grandes dunas de arena cercanas en las que puedes hacer sand surf y cosas así. El saloncito y las terrazas superacogedoras, con una gran cocina doble para que todos nos hagamos nuestros desayunos cómodamente y lavemos nuestros cacharros. Más aves exóticas que se posan en las barandillas de madera frente a la habitación y se pasean tan campantes entre los huéspedes que hacen su barbacoa, con un jardín en el que se puede montar también tienda de campaña...

Duermo de maravilla, aunque recuerdo una sensación de profunda tristeza en cierto momento de la noche, con la luz apagada, cuando nada ni nadie distraen. Recordando un momento muy triste de este año y que parece abatirme de pronto cuando me coge relajado y sin defensas. El caso es que depués de llorar uno recuerda lo bien que sienta hacerlo y al día siguiente me levanto con unos pájaros muy pronto y salgo a dar un paseo por los alrededores de las cabañas y el jardín, cámara en mano, a investigar como llegar a la paya, que tiene que estar al ladito porque pude oír las olas desde la cama y además he visto que algunos surfistas llegan andando hasta aquí. De pronto me encuentro ante un acontecimiento: delante mío, escarbando el suelo está el gran animal salvaje, ¡un canguro! Allí mismo, en medio del jardín y entre las tiendas de campaña, sin nadie al rededor, yo solo con mi cámara y recordando las palabras de K: "...es un animal salvaje y para defenderse puede hacer lo que sea, darme una paliza de patadas...". Con sumo sigilo intento acercarme lo máximo posible para tomarle una foto sin que se enfade o se sienta amenazado. ¡Click, click, click, ya está! Y espero a que se mueva él para yo poder seguir mi camino. ¡Me muero de ganas por contárselo a alguien! Después de 10 minutos paso por la "oficina" de los encargados (dos matrimonios encantadores que se turnan) para preguntar acerca del lugar, qué ver, cómo llegar, si hay conexión a internet, etc. Y J me explica amablemente todo, la playa, las dunas, las excursiones, que si miro hacia arriba, en los árboles, podré ver algún koala, que aquí estará él y su mujer para servirnos, que también tienen un poco de wild life en las instalaciones, algunos pájaros, Jessi, la perra y una canguro bebé que probablemente habré visto por el jardín, que es encantadora y muy dócil, que puedo acariciarla. De pronto todo mi ego de intrépido superviviente se escurrió entre mis piernas y los tablones de la tarima y las fotos ya no valían lo mismo, claro... Olé, valiente.

Total, que tocan la carrerita y el desayuno de cada día. Empieza a gustarme especialmente este momento en que todos los días hay un mango riquísimo para cada uno. Luego me doy un paseo por el pueblo, Nelson Bay, y la marina, compramos un par de cositas y refrigerio y nos vamos a la playa, que hace un día tremendo. Estamos en Fingal Bay, originalmente conocida como "False Bay", pues en el s. XIX era a menudo confundida con la entrada a Port Stephens, en el Parque Nacional de Tomaree, y desde luego K tenía razón; aquí no puedo usar un protector solar de SPF 4 ni 8. Necesito un SPF 30+. Es una fantástica playa con un paso que puedes hacer andando cuando la marea baja a una pequeñita peninsulilla donde están las ruinas del antiguo faro.

La noche es de las más divertidas y sencillas que recuerdo en un tiempo; en la terrazita de madera, tomando unas cervezas y vino, de charla y risas con Martha, Daniel, Anton, Sam y la pareja de polacos.

Australia parece que tiene algo especial que no se explica facilmente y que tiene que ver con la energía que resulta cuando se tiene una vasta extensión, vegetación, desierto, fauna, el estado de eterna felicidad y satisfacción que parecen disfrutar los australianos... Tiene el relajo y el buen vivir del Caribe, pero con el buen funcionamiento de las cosas, el respeto por lo ajeno y el prójimo más propio de Europa. Dependerá de dónde te encuentres, claro, pero en general son tranquilos y amigables.












(fotos: 5 de carreteras hacia el interior en Australia y de la tormenta / 4 de Melaleuka BP en Port Stephens / 2 de Fingal Bay / agua en la calle para que los perros no se deshidraten, un detalle...)

2 comentarios:

  1. Qué buena pinta esas carreteras! Cuándo salen los canguros?

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  2. Pues ese día ya vi el primer canguro, por la mañana en el sitio de Port Stephens, la cachorrita domesticada... Luego muchos en el zoo (no encerrados, sino sueltos por el parque, por donde vas caminando. Y todos los salvajes que vi estaban atropellados en la carretera ... :(

    Pondré fotos de ellos (¡de los sanos!).

    : )

    M.

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