31 ago 2009

Cuestión de oído

Esta semana lo he pasado en grande en la playa, con una pulserita que me permitía comer y beber lo que quisiera, disfrutando del servicio de una gente que se desvive por tu bienestar y comfort... Aprendiendo cositas que te cuentan los lugareños, su comida, su música, sus calamidades, sus sueldos y poder adquisitivo... En fin, no todo lo que oyes es bonito, pero se le saca provecho, si tienes intención de hacerlo. Y el caso es que algunas otras cosas lo que te aportan no es más que una graaan sonrisa que intenta contener la risa. Tengo varias apuntadas, pero a continuación y a modo de "sample" os dejo 2 joyitas que tuve oportunidad de disfrutar en la playa con esta gente:

1) En la mesa de la comida nos iban poniendo carne muy rica, de distintos animales, la acompañan con yuca, ensalada y 4 salsas. Cuando pregunto de qué son las salsas, me explica el camarero muy atenta y amablemente: "esta es barbacoa, esta otra pico de gallo, esta es chimichurri y esta es ravioli"... "¿Ravioli?" pregunto extrañado y desconocedor para confirmar que efectivamente me encontraba ante una nueva salsa para mí, que se llamaba igual que una pasta que conozco. Total que la pruebo y sabe a mayonesa y a ajo... Alioli, vamos!

2) Un vendedor de bisutería y arte en la playa se acerca a una familia de extranjeros muy blancos y muy rubios que tomaban el sol cerca de mí. Él, cómo no, les saluda, les ofrece su mercancía y entabla conversación... Yo no les presto atención y además apenas oigo lo que dice la familia, pero sí llego a escuchar al vendedor preguntarles: "Where are you from?" ("¿de dónde sois?") y en seguida le oigo "Oh, Austria? I love kangaroos!" ("oh, de Austria? A mí me encantan los canguros!").

A todas estas, un agradecimiento especial a la atención de Carolina, Denise y los camareros en el área Club Premium del hotel Barceló Premium de Puerto Plata, en RR.DD.

3 comentarios:

  1. Una vez iba con mi padre en el coche y al pararnos en un semáforo enfrente del colegio de los salesianos, un padre estaba regañando con grandes aspavientos a su hijo y mientras cruzaban por el paso de cebra, le dice a su hijo "alfabeto, que eres un alfabeto..." acompañándolo de un sonoro cachete en la coronilla... En este caso no hubo ligera sonrisa, hubo grandes carcajadas. A partir de entonces esa frase se ha convertido en una coletilla en mi familia.

    Patri

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  2. Jajajaja... Gracias por la aportación, Patri!
    :)

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  3. Joder.. esto de los all inclusive me resulta tan extraño... sobre todo cuando se trata de hoteles en lugares que destacan por las carencias... como puede haber tanta contradicción no? en fin... que las pulseras de colores se puedan extender cada vez mas! :)
    Abrazo, y me alegra que estes escribiendo !!!

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