Me sucede, y me sucede mucho. Según el círculo de gente los hay que me consideran extrovertido, bacilón, gracioso, pedante, sensato, aburrido, reservado... A veces me gusta pagar el precio de la duda, que es que por reservado exista la posibilidad de que te tengan por muy inteligente o por muy estúpido. Probablemente ese gozo mío sea un rasgo de los estúpidos, pues claramente el silencio beneficia más a éstos que al brillante, que al fin y al cabo cuenta con más herramientas para lucirse.
A lo que iba, parece que no hay salida al balcón para fumar ni trayecto al volante en que me contenga. Siempre a solas, siempre en mi confidencia. Podía ser un suspiro con una frase, como se le escapa a mi abuela Yeyé, y ya, pero no. Sin darme cuenta me embalo en conversaciones enteras y aguerridas discusiones monologuistas, hasta con respuestas de la otra parte que me cogen de sorpresa (si es que al final va a resultar el perfil de un estúpido...!). Siempre he sido de hablar solo, por lo visto. Y sospecho que somos muchos, compartimos eso como si fuera nuestra experiencia en común de encuentros con extraterrestres. En silencio. En secreto. El caso es que la actual estandarización del manoslibres en el coche ayuda y me servía hasta hace poco de compinche y de alcagüeta. Y digo "hasta hace poco" porque ya no me preocupa, ya lo he aceptado, ya no lo utilizo. Hace unos años era bochornoso descubrir que en un semáforo, alguien en el coche de al lado me miraba atónito al ver que toda mi gesticulación, nada modesta, desde hacía tres semáforos, mirando al frente y artículando evidentemente palabras no eran para nadie, que el resto de asientos estaban vacíos y "el pelotudo no para de hablarle a alguien que no se ve, desde hace rato...". Y en ese momento de emergencia intentaba, ridícula e inútilmente, simular que venía cantando una canción con el radiocassette (que con la energía de mi interpretación habría de oírse desde fuera... Evidente y penoso). Físicamente no tengo yo ningún parecido con Mr. Bean, pero en ese instante Mr. Bean era yo. Hoy ya no; hoy si te ven discutiendo solo, asumen que estás echando una bronca a alguien por teléfono con el manoslibres para no perder los puntos del carné. Resuelto. Nadie se mete. Nadie te desconcentra clavándote la mirada. Y si lo hacen, francamente, me da igual.
La gente necesita mirar a otros y sus locuras en la calle. Nos pasa a todos. A veces me encuentro riéndome sueltamente en el metro por la cara de alguno o los gestos que hace. Y es que como digo, somos muchos.
Mirar, se mira lo que sea. Una vez me desperté en un autobús urbano que ya había pasado mi parada -boludo yo-, pero no porque un ángel me avisara de que ya era hora de despertar (eso habría tenido que hacerlo antes de mi parada). Era la mirada tiesa de un par de niños de unos 4 y 6 años, hermanita y hermanito que viajaban en el asiento de delante pero de pie y sujetos al respaldar mirando hacia atrás, descifrando mi boca abierta y mi paladar...
Y es que estos días son de poco sueño, poco trabajo y sin embargo mucho cansancio. Pero sobretodo poco sueño. Que luego ataca a horarios que no son los de dormir. Espero seamos capaces de solucionar esto sin mayores trastornos que los que ya nos están doliendo.
A lo que iba, parece que no hay salida al balcón para fumar ni trayecto al volante en que me contenga. Siempre a solas, siempre en mi confidencia. Podía ser un suspiro con una frase, como se le escapa a mi abuela Yeyé, y ya, pero no. Sin darme cuenta me embalo en conversaciones enteras y aguerridas discusiones monologuistas, hasta con respuestas de la otra parte que me cogen de sorpresa (si es que al final va a resultar el perfil de un estúpido...!). Siempre he sido de hablar solo, por lo visto. Y sospecho que somos muchos, compartimos eso como si fuera nuestra experiencia en común de encuentros con extraterrestres. En silencio. En secreto. El caso es que la actual estandarización del manoslibres en el coche ayuda y me servía hasta hace poco de compinche y de alcagüeta. Y digo "hasta hace poco" porque ya no me preocupa, ya lo he aceptado, ya no lo utilizo. Hace unos años era bochornoso descubrir que en un semáforo, alguien en el coche de al lado me miraba atónito al ver que toda mi gesticulación, nada modesta, desde hacía tres semáforos, mirando al frente y artículando evidentemente palabras no eran para nadie, que el resto de asientos estaban vacíos y "el pelotudo no para de hablarle a alguien que no se ve, desde hace rato...". Y en ese momento de emergencia intentaba, ridícula e inútilmente, simular que venía cantando una canción con el radiocassette (que con la energía de mi interpretación habría de oírse desde fuera... Evidente y penoso). Físicamente no tengo yo ningún parecido con Mr. Bean, pero en ese instante Mr. Bean era yo. Hoy ya no; hoy si te ven discutiendo solo, asumen que estás echando una bronca a alguien por teléfono con el manoslibres para no perder los puntos del carné. Resuelto. Nadie se mete. Nadie te desconcentra clavándote la mirada. Y si lo hacen, francamente, me da igual.
La gente necesita mirar a otros y sus locuras en la calle. Nos pasa a todos. A veces me encuentro riéndome sueltamente en el metro por la cara de alguno o los gestos que hace. Y es que como digo, somos muchos.
Mirar, se mira lo que sea. Una vez me desperté en un autobús urbano que ya había pasado mi parada -boludo yo-, pero no porque un ángel me avisara de que ya era hora de despertar (eso habría tenido que hacerlo antes de mi parada). Era la mirada tiesa de un par de niños de unos 4 y 6 años, hermanita y hermanito que viajaban en el asiento de delante pero de pie y sujetos al respaldar mirando hacia atrás, descifrando mi boca abierta y mi paladar...
Y es que estos días son de poco sueño, poco trabajo y sin embargo mucho cansancio. Pero sobretodo poco sueño. Que luego ataca a horarios que no son los de dormir. Espero seamos capaces de solucionar esto sin mayores trastornos que los que ya nos están doliendo.